Historia del Cómic (XVI): La sombra que camina: The Phantom (Fantomas, el hombre enmascarado).
Pueden ser influencias algunos personajes, como El Zorro, Dick Turpin o Lone Ranger, también enmascarados, pero el Fantasma tiene unas características originales que le han hecho famoso a través de los años. Lo primero es sin duda su origen, que se sitúa en el siglo XVI, cuando surgió el primer hombre Enmascarado que se enfrentó a los piratas malayos que mataron a su padre y destruyeron su barco, con la ayuda de la tribu de pigmeos que lo cuidó y le ayuda, los Bandar, con sus flechas y jabalinas envenenadas. A través de los siglos, en sucesión de padres a hijos, se transmitió la herencia, la tradición, el juramento y la misión de lucha contra la delincuencia. Aparece así leyenda de la inmortalidad del héroe, azote de los bandidos y criminales, conocido como el Fantasma, el Duende que Camina y el Hombre Que No Muere.
Volvió a los quioscos en 1941, ya bajo el nombre que se le había dado en Italia, El Hombre Enmascarado, y en seguida nos cautivó por su enigmática identidad, su extraño atuendo y sus fantásticos decorados exóticos, en una jungla de una región geográficamente mal definida, (Bengala, Malasia, luego África) pero llena de misterios y aventuras. Aquel famoso formato apaisado grande de la editorial, con portadas a todo color y reproduciendo escenas del interior que nos hacían soñar sobre el contenido, albergaba los más grandes personajes americanos, Flash Gordon, Tarzán, Merlín el Mago, Jorge y Fernando, etc. Desde su primer número lo adoptamos como uno de nuestros personajes favoritos, aquel que era el primer héroe disfrazado y enmascarado y que sería seguido por miles de otros que adoptaron, además del antifaz, los disfraces más variados e inverosímiles, pretexto a una identificación del héroe que debía imponerse al imperio del crimen.
El color rojo de su ropa, como el nombre, nos venía de Italia, la distribuidora del material americano para Europa, y ese color violento y provocador contribuyó al atractivo del héroe para los lectores latinos. Chinos, indios, moros y negros se mezclaban sin discriminación en las aventuras, añadiendo al exotismo de la jungla, del mar y de los grandes espacios. Pero el color original de su traje es el violeta.
Un hermoso caballo blanco, Héroe, (blanco como el del Llanero Solitario, Lone Ranger, 1938 en historieta, pero 1933 en la radio, y del que Manuel Gago se acordaría para su ‘Diablo Blanco’ del Pequeño Luchador en 1945, el mismo año en el que el Fantasma recibió a Héroe como regalo de un maharajá), y su perro lobo gris, Diablo, son sus compañeros de aventuras. En las tiras en blanco y negro, la trama gris del traje del Hombre Enmascarado y del lobo añadían aún más al misterio y a asustar a los “malos”.
Tiene una novia, Diana Palmer, rica americana a la que conoce y con la que inicia un idilio semejante al de Tarzán con Jane. Su nombre evoca la diosa de la caza, y será en la serie una magnífica aventurera. Aparece en la primera tira de prensa, antes que el Fantasma, y boxeando de manera eficaz. Una digna compañera del fabuloso héroe. Su hermoso rostro nos recordaba a ciertas estrellas de cine, en particular a Claudette Colbert, cuando lo trató McCoy. Las mujeres tienen un lugar preponderante en esta serie, como en las otras clásicas americanas. Son hermosas, de esculturales formas, algunas fatales, como la famosa Sala, de los piratas Sing, cuyas vestiduras nos hacen ver que no lleva ropa interior. Sin hablar de harenes llenos de odaliscas y huríes que hacían soñar a los niños y adolescentes de entonces y que encontrábamos en esta serie y en otras, como en Flash Gordon, Merlín el Mago y El Guerrero del Antifaz. Pero la belleza era Diana Palmer, frecuentemente en traje de baño o minifalda, con la excusa del deporte. ¡Y qué carácter! Digna compañera del Enmascarado, mujer aventurera que no tiene la timidez de otras heroínas más blandas, es capaz de defenderse ante los malhechores, aunque su compañero vaya frecuentemente a liberarla de las garras de algún malvado con malas intenciones.
Ya hemos hablado de Héroe, y, siendo de color blanco, simboliza la pureza y la justicia, características del Hombre Enmascarado. Sus fieles aliados son una tribu de pigmeos que utilizan flechas envenenadas, los ‘Bandar’, con su jefe y confidente del Phantom, Gurán. Se asemejan a los Waziris de Tarzán, con su jefe Muviro. Más adelante será el fundador de ‘La Patrulla de la Jungla’, de la que será el desconocido y misterioso comandante.
‘Es más fuerte que 10 tigres’, dice la leyenda. Y, como Tarzán, tiene que habérselas con animales salvajes, peleando a veces con sus manos desnudas. Es capaz de derribar un gorila de un solo puñetazo.
Cuando camina con su atuendo de ciudad, sombrero, abrigo a cuadros y gafas oscuras, aún en medio de intenso calor, se asemeja al Shadow merodeando por los muelles, entre la niebla, o entre las sombras de los edificios de los barrios bajos de la ciudad, como para encontrarse con los malhechores, con la aventura. Es “La Sombra que Camina”. De hecho, su nombre es Kit ‘Walker’ (caminante).
También, como el ‘Shadow’, el Hombre Enmascarado tiene un anillo, que no le sirve para hipnotizar, pero sí para dejar una marca indeleble en la mejilla de sus enemigos, y dos pistolas con las que dispara con certera puntería. El otro anillo deja una marca que sirve de protección y salvoconducto al que la porta.
Como otros héroes, su refugio, algo similar al de Doc Savage (del que también tomaron su inspiración Supermán y Bat Man), es la Caverna del Cráneo. Otras características que le asemejan a Savage son su destreza física y su entrenamiento, hasta participar en los Juegos Olímpicos de la Jungla.
Siendo el primer héroe enmascarado de la historieta, Lee Falk fue aún más lejos para hacer que su personaje fuera el primer enmascarado de la historia. En efecto, al hacer remontar la vida del primer Hombre Enmascarado al siglo XVI, en 1536, hace que su personaje sea el más antiguo enmascarado, anterior incluso a Fantomas, Zorro, Dick Turpin y Pimpinela Escarlata.
‘El Hombre Enmascarado sólo advierte una vez’, dice la leyenda, y los malhechores tiemblan. Es el justiciero por excelencia que se sienta sobre su trono del cráneo para juzgar o meditar. Y cuando entra en acción, nada puede detenerle.
Eterno caminante, defensor de la justicia y el derecho, pero siempre con una nota de humor, en situaciones, o en acciones, como cuando azota las posaderas de Margo y Sala, las hermosas componentes de la Banda Aérea, que están enamoradas de él. En contraste con la seriedad y amargura de un Guerrero del Antifaz, el Hombre Enmascarado sonríe frecuentemente y hace sonreír a los lectores.
Ray Moore nos atrajo con su clasicismo al estilo de la época (1936-1942). Y de repente, su ayudante Wilson McCoy le sucedió en 1947. Nos sorprendió con su grafismo inhabitual. Nos parecía algo infantil, demasiado lineal, demasiado claro, estático y repetitivo. Y aquellos rostros caricaturales...Estábamos lejos de Alex Raymond y su belleza estética, hermosa, sí, pero fría y distante. McCoy tenía algo... Algo que, como niños, no sabíamos definir, pero que experimentamos como un choque, un impacto, semejante al que tuvimos con Milton Caniff, Frank Robbins, Will Eisner y Mel Graf. Allí había algo distinto, algo sorprendente y, en apariencia, poco atractivo. Comparado con otros dibujantes que conocíamos, como Foster, Hogarth, el ya mencionado Alex Raymond, Lyman Young, Emilio Freixas, Jesús Blasco, Manuel Gago, parecía algo fuera de lugar. Allí había otra cosa que nos atraía a pesar de todo. Ese algo era, simplemente, el genio de un artista que supo dar al personaje una dimensión, una simpatía, un interés que nunca se volvería a producir. Eso explica la longevidad del personaje dibujado por McCoy, desde 1947 hasta su muerte en 1961.
Bill Lignante lo cogió durante unos meses, para pasar, definitivamente a su último artista, Sy Barry, hermano de Dan Barry, quien se había ilustrado en los comic-books, y que lo dibujó hasta el final de su carrera en los periódicos, volviendo así al clasicismo en el dibujo. Barry hizo una excelente labor, con lo que pudimos disfrutar del personaje hasta nuestros días.
En los comics americanos tuvimos también la ocasión de encontrar al Phantom. Allí descubrimos que su atuendo no era rojo, sino violeta. En la casa Gold Key y luego Charlton pudimos incluso descubrir algunas aventuras de sus antepasados cuando manejaban la espada contra los piratas, abarcando las de uno de ellos, la única excepción, un Phantom femenino.
Queda en nuestra memoria, la trayectoria de un personaje que nos ha acompañado desde nuestra infancia y por 88 años ya. La leyenda continúa.
Artículo de Agustín Riera Torres, investigador y divulgador de la historia del Cómic y colaborador de Librería El Boletín (librería asociada a Uniliber).
Historia del Cómic (I): La historieta, el ser humano y la cultura.
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