Historia del Cómic (IX): Tebeos de guerra

Desde el principio de la humanidad se conoce la guerra. Primero con meras rivalidades de individuos, luego con enfrentamientos tribales, regionales, nacionales y mundiales, casi siempre motivados por el deseo de aumentar su poder y riquezas. El origen de las guerras, aunque son múltiples (conflictos de vecindad, control de territorios ricos, rivalidades étnicas, políticas o religiosas), podemos resumirlos en unas palabras simples: egoísmo, ambición, envidia, religión.

Hazañas Bélicas

La guerra es un acto de violencia, un instrumento de la política y de la economía del sistema. Es decir, que toda guerra es un delito criminal, como el terrorismo, y ningún discurso moral, religioso o político puede servir de excusa a tamaña injusticia, a tal acto contra la naturaleza. 

Si la muerte es el enemigo del hombre, la violencia y la guerra son los instrumentos favoritos de ese enemigo, alimentado por economistas y traficantes de armas sin escrúpulos, por políticos ambiciosos y desaprensivos, por religiosos fanáticos y por odios ancestrales entre razas, tribus y pueblos.

El hombre parece estar condicionado para manifestar la violencia en todas sus formas, hasta las más bestiales. Toda violencia es condenable y repulsiva, la peor de ellas siendo la guerra, donde los más desmedidos desmanes están presentes, a veces con una crueldad y ensañamiento inimaginables y de los que la Historia ha dejado amplia documentación. La Biblia ha de dejado un adagio profético y condenatorio en palabras de Jesucristo: “todos los que usan la espada morirán por la espada”, según el Evangelio de Mateo, capítulo 26, versículo 52.

Hazañas Bélicas 

La guerra ha dejado su huella en la memoria colectiva y en todas las artes, incluso la Literatura y el Cine. Y, por supuesto, este género ha abundado en las historietas de todas partes del mundo.

Todos los conflictos bélicos, desde el más simple hasta el más complicado, abarcando todas las edades de la historia, han sido plasmados en las series de historietas de aventuras e incluso humorísticas. Si la guerra ha sido, y continúa siendo, en los medios de distracción, un entretenimiento, es la más abyecta y vil experiencia humana, la expresión de las más bajas pasiones y de los peores instintos. El que ama la guerra merece la aniquilación, como mencionó Jesucristo: “todos los que usan la espada morirán por la espada” (Evangelio de Mateo capítulo 26, versículo 52).

Hazañas Bélicas
Con frecuencia, cuando se habla de “tebeos de guerra” se hace referencia a las Guerras mundiales, sobre todo la Segunda, aunque también ha habido muchas historietas sobre la guerra civil española, la guerra de corea y la guerra del Vietnam, entre otras.

América produjo series como El Sargento Rock, el Sargento Furia; Inglaterra destacó con numerosas series, en particular la muy conocida Battler Britton.

España también ha publicado muchas series de tebeos de guerra, como Aventuras de Guerra, Favencia, 1951; Un episodio de guerra, Favencia, 1951; Selecciones de Guerra, Ricart, 1951; Sargento Macai, Grafidea, 1952; Colección Comandos, Valenciana, 1954; Episodios de Corea, Ricart, 1955; Casco de Acero, Manhattan, 1961.

Pero, sin duda, la más famosa colección fue la de Hazañas Bélicas, serie creada por Guillermo Sánchez Boix (1917-1964), que firmaba Boixcar. La primera serie se publicó en 1948, siendo seguida por una segunda serie en 1950, hasta la muerte de su autor, pero la publicación sobrevivió a Boixcar, prolongándose en varias colecciones, además de la principal, aunque lo que no volvimos a encontrar fue el espíritu de su creador.
Hazañas Bélicas
La inteligente idea de Boixcar fue el crear una serie que se distinguiera de las demás, añadiendo una dimensión filosófica y humanista al desarrollo de sus historias. No había un héroe, sino que cada cuaderno contaría la historia (sentimental, dramática y heroica) de unos seres normales con los que todo el mundo podía identificarse. El modelo para la serie estaba tomado de las películas americanas con tema bélico de la época.

El protagonista principal es la guerra. Y en ese contexto se desarrollan las historias variadas que Boixcar nos hace vivir, con lujo de detalles, marco histórico y buena documentación.

 
Así, esta serie se dirigía no sólo a los niños, sino a todas las edades, y podía satisfacer las ansias de lectura fácil y al mismo tiempo literaria, de todas las clases sociales. 
 
Boixcar nos introduce en barcos, submarinos, aviones, piezas de artillería, Estado Mayor, batallas famosas. Nos familiarizamos con máquinas, armas y aparatos de toda clase, con uniformes y geografía que con cuidadoso y documentado detalle nos describe el dibujante. Nos hace viajar por todos los países tocados por el conflicto, nos hace participar en la vida cotidiana de los frentes más diversos, selvas, barro, desiertos, ciudades bombardeadas. Y nos introduce en la vida íntima de personajes, hombres y mujeres, con quienes puede identificarse el lector, y que son estudiados muchas veces con cuidado y sensibilidad.

 La bomba atómica

En sus primeras series ya se manifestó su interés por el detalle y los decorados. La figura humana tenía movimiento, notándose hasta la influencia dinámica de Manuel Gago, sobre todo en las peleas, duelos y galopadas. Otras influencias, aparte de la del sempiterno Alex Raymond, fueron las de Francisco Darnís y del Eugenio Giner del inspector Dan.

Al consagrarse exclusivamente a su serie bélica, su dibujo se hará mucho más frío, estático y hasta monótono en el tratamiento gráfico, pero queda esto compensado por el interés narrativo y la meticulosa documentación. Otra serie, de tratamiento similar, pero con temas de ciencia ficción, fue El Mundo Futuro, que empezó a publicarse en 1955.

En su obra, el ideal de paz y felicidad aparece como constante.

Las circunstancias de la guerra civil española aparecen hábilmente disimuladas entre las historias de la guerra mundial. Los que habían sido traumatizados por el conflicto fratricida y anhelaban la paz, el olvido y la comprensión, podían encontrar en esta serie el pensamiento y las reacciones humanitarias y humanistas que no encontraban en la realidad.

La serie de historietas de Hazañas Bélicas se llamó así en las diferentes ediciones. Mencionamos las principales:

  • Hazañas Bélicas. 29 cuadernos apaisados 17x24, 1948.
  • Hazañas Bélicas. Conocida como Segunda Serie, tuvo 321 números 17x24, numerados 1 a 319, y dos Extras numerados 49 bis y 51 bis. 52 de los números publicados fueron números extraordinarios, integrados en la numeración de la colección. Además, se publicaron 16 Almanaques, de 1951 a 1966, con las mismas dimensiones que la serie normal, salvo el primero, de 1951, que fue de 24x17 centímetros. Los 3 últimos Almanaques se publicaron cuando ya esta serie había sido cancelada, pero que se publicaban las otras series que le sucedieron. 1950-1965.
  • Hazañas Bélicas Extra Azul. 370 números 17x24, 1957-1971. Al principio se publicaron como recopilatorios de 3 números de la edición precedente. A partir del número 62 se publicaron historietas inéditas.
  • Hazañas Bélicas Extra Roja. 328 números, 17x24 números 1 a 160, 21x15,5 del 161 al final, 1958-1971. A partir del número 161, 1965, cambió su formato a vertical, conocido entonces como Novela Gráfica, con las aventuras del Sargento Gorila. Publicó las aventuras de Johnny Comando y del Sargento Gorila.

 

Artículo de Agustín Riera Torres, investigador y divulgador de la historia del Cómic y colaborador de Librería El Boletín (librería asociada a Uniliber).
 
 
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